Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO II
La segunda parte de la más extraña trilogía de la literatura fantástica, publicada por entregas.
« Blog
« CXXX
30 de Julio, 2011    General

CXXIX

CXXIX

       La perspectiva de tener que elegir entre un arresto en las tan temidas mazmorras y un eventual motín en respuesta a la aplicación de este tipo de medidas disciplinarias indujo a los Jungene Kveisunger a tratar de tener contento al exigente Hildert. Con Balduino, algo más permisivo que aquél, eran ya un poco más informales; lo eran aún más frente a Anders, aunque probablemente querían más a éste que a cualquier otro de sus superiores. Pero bajo las órdenes de Hendryk era casi seguro que se volvían unos salvajes; no había más que verlos y oírlos cuando regresaban de sus labores todas las tardes. Sin embargo, mientras mantuvieran su ductilidad según quien los mandara y llevasen a cabo eficazmente sus tareas, a Balduino le daba lo mismo cómo los manejara Hendryk.

         Sólo en dos ocasiones tuvo en esos días quejas contra ellos. La primera llegó cuando Balduino fue a cerciorarse de que los muchachos realmente estuvieran trabajando seguros, como Hendryk afirmaba. Acorde con lo prometido, el pelirrojo no detuvo su mirada en la obra, sino en los jóvenes y las cuerdas y ganchos que los sujetaban mientras pendían de las paredes rocosas de las islas, aunque, por supuesto, algo de lo que hacían forzosamente vio, y trató luego, en base a ello, de imaginar el resto. El resultado de la inspección era muy satisfactorio, hasta que un incidente vino a dar la nota. En ese momento, Hendryk y Balduino, a bordo de un bote, trataban una cuestión en la que ete último, pese a su previsión, no había pensado: si los Wurms llegaran por la noche, no habría forma de que vieran las pinturas, y todo aquel trabajo sería de balde.

      -Supongo que tendré que confiar en que vengan de día-suspiró Balduino-. De todos modos, creo que hay tinturas que logran cierto resplandor en la oscuridad. Pediré a Osmund que averigüe precios, pero deben ser carísimas.

         -O podríamos fabricar nosotros mismos esa tintura-sugirió Hendryk-. En algunas de las Kveisungersholmene crece cierto hongo que brilla de noche, y en algunos puertos hay también un liquen con la misma propiedad. El caso del liquen es muy interesante, porque crece sobre las piedras y cubre las murallas de algunos puertos, que por lo tanto resultan muy visibles de noche. Creo recordar que uno de ellos era Nibilshaven, yo nunca estuve allí, y que quienes treparon los muros en la avanzada del ataque que culminó en su destrucción llevaban ropas fosforescentes. Ulvgang y Gröhelle participaron de ese ataque; ellos sabrán informarte mejor que yo. Tal vez incluso sepan cómo se tiñeron esas ropas, o quizás Hijo Mío, que parece haber recorrido bastante mundo pese a ser tan joven, nos pueda ayudar en esto. En realidad, el mayor problema es encontrar quien fabrique la tintura; el resto es solucionable.

          -Más o menos... Si el fabricante además comercia su producto a precios por encima de las nubes, tampoco nos sirve.

         Hendryk sonrió burlonamente.

         -¿Y quién ha dicho que debamos comprarle el producto, hombre?... Con que nos revele el secreto de su fabricación es suficiente.

         -Sí, pero un comerciante hábil difícilmente acceda a revelarnos así nomás sus secretos-repuso Balduino.

          Hendryk volvió a sonreír, todavía más burlonamente que la vez anterior.

          -¿Y quién ha dicho que los revelaría así nomás?... ¡Claro que no lo haría de buen grado, pero con un poco de presión sería otro cantar! Con un cuchillo en la garganta, por ejemplo...

           -Hendryk, ¡no podemos andar por ahí comportándonos como forajidos y lastimando gente inocente!-lo reprendió Balduino, enojado.

          Esta vez, en el rostro de Hendryk la sonrisa burlona cedió paso a una risa no menos burlona.

          -¿Y quién ha dicho nada de lastimar inocentes?... ¡Aparte de que esos truhanes nada tienen de inocentes, con un cuchillo en la garganta, hasta yo cantaría cualquier cosa que supiera, con entusiasmo de escaldo medio muerto de hambre ante público rico!... ¿Acaso tú no?

          -Como sea, ¡amenazar gente inocente también es propio de forajidos!

          Esta vez, la burla salió de Hendryk en forma de carcajada.

           -¿Y quién ha dicho que amenazaríamos a gente inocente?... Sólo... eh... recurriríamos a métodos inhabituales para convencer a ciertas personas de que... eh... en beneficio de ellas mismas, nos proporcionen información necesaria para ganar una guerra. Nosotros no amenazaríamos a inocentes, lo que sería fea cosa; los protegeríamos contra su voluntad, que es bien diferente.

          -Hendryk, ¿será posible que no haya nada para lo que no tengas respuesta, y que siempre encuentres la manera de parecer justo y candoroso?

           -¿Yo?... ¡Podrtía haber hecho llorar al jurado que nos sentenció a prisión perpetua!... ¡Lástima que no nos dejaban hablar, no fuera cosa de que ventiláramos ciertos secretos un tanto comprometedores acerca del querido Einar, que el Diablo lo tenga a buen resguardo, y sobre todo del honorable papá de tu amigo Arn!

           Así discutían Balduino y Hendryk, cuando de repente un Junge Kveisung, desde lo alto de la pared rocosa en la que estaba trabajando, gritó:

          -¡EH!... ¡SEÑOR CABELLOS DE FUEGO!...

       Balduino y Hendryk alzaron la vista a un tiempo, y vieron con horror que el joven, desde una cornisa natural ridículamente estrecha, se ponía a dar saltitos y a moverse hacia todos lados sin agarrarse de sogas, garfios ni de ningún otro asidero.

          El pelirrojo estaba aún sin habla de puro asombro y espanto, cuando Hendryk, sobreponiéndose a esos mismos sentimientos, se puso rojo de ira.

          -¿PERO QUÉ HACES, IDIOTA?...-rugió-. ¡BAJA AHORA MISMO, Y EXPLICA AL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO LA RAZÓN DE QUE ESTÉS HACIENDO ESOS IMPRUDENTES Y ESTÚPIDOS MALABARISMOS! ¿O ES QUE AHORA COBRAS POR ENTRETENERNOS, IMBÉCIL?

           Nuestro lenguaje corporal muchas veces revela más de lo que advertimos. El del Junge Kveisung, que previamente revelaba orgullo de su pequeño número de circo, ahora era la imagen misma de la decepción. Evidentemente, no entendía aquellas reacciones reprobatorias en lugar de los esperados aplausos.

          Descendió la pared rocosa con notable prisa. Hendryk acercó a la costa el bote para que el muchacho pudiera subir al mismo. Cuando lo tuvo enfrente, el pelirrojo estuvo seguro de que aquel Junge Kveisung ya se había hecho notar antes por algún motivo, puesto que su cara le era familiar. Ciertamente tenía más o menos vistas las de todos esos jóvenes, pero ésta le era conocida de un modo particular. Lo malo era que no recordaba de dónde.

          -Gelder Gelderson a vuestras órdenes, señor-dijo el muchacho, apenas jadeante, al comparecer ante Balduino.

            -Gelderson... Gelderson...-gruñó Balduino, tratando de hacer memoria.

            -¿Es que no te acuerdas?... Este es el asno que temía a las alturas cuando fuimos a practicar a las Gröhelnsklamer.

          -¡Ah, sí!-exclamó el pelirrojo; y añadió secamente, mirando al chico a los ojos:-. Y supongo que tus audacias allá arriba no tenían más finalidad que la de demostrar que habías vencido ese temor, ¿no?...

          -¡Exacto, señor!-exclamó Gelderson, sonriendo satisfecho-. Os lo debo a vos.

           -Pues no tengo palabras para expresarte mi orgullo-contestó Balduino-, así que no lo expresaré. Pero ya que ahora no temes a las alturas y la práctica te ha vuelto mucho mejor trepador que yo, te sugiero que vuelvas a toda prisa adonde estabas, mientras yo cuento hasta diez antes de hartarte a patadas en el trasero, a ver si con eso se te pasa la imbecilidad. Y ya que tanto gustas de pasearte, tan libremente como en tu propio hogar, por cornisas estrechas como economía en crisis, si vuelvo a sorprenderte haciéndolo sin tomar las debidas precauciones, quédate a vivir allí. Te será más saludable.

         -S-sí, señor-tartamudeó Gelderson, achicado ante aquella voz de hielo y ese semblante tan poco amistoso.

           Pidió permiso y se retiró como rata por tirante por donde había venido. Al disponerse a subir de nuevo, se encontró con uno de sus compañeros que acababa de bajar, quizás para hacer sus necesidades.

         -Se enojó El Colorado-le advirtió en tono confidente y consternado a la vez.
Palabras claves , , , ,
publicado por ekeledudu a las 13:08 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
Más sobre este tema ·  Participar
· CCXX
Comentarios (0) ·  Enviar comentario
Enviar comentario

Nombre:

E-Mail (no será publicado):

Sitio Web (opcional):

Recordar mis datos.
Escriba el código que visualiza en la imagen Escriba el código [Regenerar]:
Formato de texto permitido: <b>Negrita</b>, <i>Cursiva</i>, <u>Subrayado</u>,
<li>· Lista</li>
SOBRE MÍ
FOTO

Eduardo Esteban Ferreyra

Soy un escritor muy ambicioso en lo creativo, y de esa ambición nació EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO, novela fantástica en tres volúmenes bastante original, aunque no necesariamente bien escrita; eso deben decidirlo los lectores. El presente es el segundo volumen; al primero podrán acceder en el enlace EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO. Quedan invitados a sufrir esta singular ofensa a la literatura

» Ver perfil

CALENDARIO
Ver mes anterior Mayo 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031
BUSCADOR
Blog   Web
TÓPICOS
» General (270)
NUBE DE TAGS  [?]
SECCIONES
» Inicio
ENLACES
» EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad