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¡Sorpréndeme!
EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO II
La segunda parte de la más extraña trilogía de la literatura fantástica, publicada por entregas.
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11 de Diciembre, 2010    General

II

II

      -¿Y, maldito hereje? ¿Ya podemos ponernos en marcha?

      Esos eran los buenos días de Fray Bartolomeo de Laisauria hacia Balduino, quien no se consideraba maldito ni hereje y, ya un poco harto de ese tipo de frases, decidió esta vez darle al cura un trago de su propia medicina:

      -Tenemos que esperar a Anders, condenado cura.

      Fray Bartolomeo sonrió con sorna y apuntó al pelirrojo con su índice.

      -Por fin vas entendiendo cómo es la cosa-dijo satisfecho, dejando perplejo a Balduino-. ¿Y por qué no viene de una vez por todas tu escudero, taimado y malicioso hereje?

      -Porque se está zampando su desayuno, clerizonte barato, y en vista de su apetito tenemos por delante una espera de alrededor de tres semanas. Luego se acicalará un poco, aunque le aconsejé sobriedad, en parte para no tener que esperarlo otras tres semanas y en parte porque, en las presentes circunstancias, un aire más bien tosco le vendrá de maravilla.

      -Sabes que gracias a tu brillante plan arderemos todos en el Infierno, ¿no?

      -¡Bah!... Si no hubierais concertado esta entrevista, por omisión hubierais causado un mal y, por lo tanto, tal vez en el Fuego Eterno habríais terminado de todos modos.

      -Por eso la concerté. Alguien tan hereje como tú debe estar perfectamente familiarizado con la geografía de sus futuras heredades; de modo que, ya que hacia allí nos llevas, trata al menos de conducirnos a un foso no tan llameante o rebosante de azufre como los otros.

       -Sí, y llevaré mi espada para oponerla a los tridentes de los demonios, quedaos tranquilo.

      Porque gracias a los esfuerzos de Fray Bartolomeo, Einar Einarson, señor de Kvissensborg, había accedido a recibir a Anders de Onfahlster, el escudero de Balduino, quien había tenido cierto desliz romántico con Lyngheid, hija de Einar. Fruto de tal aventura amorosa era el vientre primorosamente embarazado de dos meses que llevaba la susodicha, quien, debido a su malograda castidad, ya no hallaría quien quisiera casarse con ella e iría a parar a un convento luego de dar a luz a su vástago. Pero ese día, Anders intentaría convencer a Einar de que, si lo rechazaba como pretendiente para Lyngheid, en algún momento y hasta el fin de sus días se arrepentiría de tal decisión y viviría en luto constante. Sin embargo, para que el intento de persuasión fuera efectivo, se faltaría un poco a la verdad, según Balduino había explicado al cura; y éste no digería del todo este último punto.

      -¿De qué os preocupáis?-exclamó el pelirrojo, viendo que el clérigo conservaba aún ciertos pruritos-. ¡No seréis vos quien mienta!

      -No, pero estaré allí y no podré contradecir en lo más mínimo las mentiras que se digan. ¡Vamos, hereje!... No trates de convencerme de que no compartiré vuestra culpa. Entre más lo intentes, menos me persuadirás.

       -¡Como queráis!... En fin, voy a enganchar a Svartwulk a la carreta.

      -¿Y puede saberse para qué? Yo iré en mi burro, tú en tu caballo, Anders en el suyo.

      -Es que Hansi y Tarian vendrán también.

      -¿Y para qué diablos?

      Para hacer número y dar una sensación de séquito. Estad tranquilo, que yo me ocupo de todo.

      -¿Tranquilo?... ¡Si justamente que tú estés a cargo es lo que me preocupa!... Entre más personas te sigamos, más huéspedes tendrá el Diablo a su debido momento.

      -Bueno, bueno, vivid muuchos años, y ya. Qué queréis que os diga...

      Así discutía Balduino con fray Bartolomeo, cuando todos los hombres y la única mujer de Vindsborg empezaron a salir por turnos, la mayoría para iniciar los trabajos de la jornada, para lo cual se arracimaron en torno a Thorvald. Hansi, que había pasado la noche allí, venía siguiendo a Anders a la par de Tarian.

      -¿Por qué no desayunaste?-preguntó Anders a Balduino.

      -No se puede ir contra la ciencia-respondió el interrogado-. Está demostrado que en nueve de cada diez casos se padecen vómitos, retortijones estomacales, diarrea y eventualmente falta de respiración e incluso parálisis si se ingieren alimentos antes de ver a Einar. Consulta a todos los médicos, que te dirán lo mismo.

       Prosiguiendo con la comedia, Anders pareció tomar la respuesta con la misma seriedad con que era dicha, dando la impresión de confiar en la sapiencia de Balduino. Tarian, sin embargo, oyendo a uno decir disparates inenarrables y viendo al otro aprobarlas, ambos con aparentesolemnidad, empezaba a sospechar que la consulta médica debían hacerla ambos por igual a fin de hacerse ver de la cabeza. Sabía que aquel dúo lo consideraba a él un tanto raro... ¡A eso se le llamaba ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio!

      En realidad, si lo pensaba bien, nadie que habitara por encima de la superficie destacaba por su cordura. Unos menos que otros. Tal vez, la incoherencia era en algunos más cruel que en otros... Y pensando en ello, desvió la vista hacia el grupo que rodeaba a Thorvald, fijándola en un hombre alto y calvo, de cráneo extrañamente alargado y ojos glaucos y saltones: su padre, según tenía entendido. La única familia que le quedaba y que ahora, de algún modo, también había perdido.

      Una ira amarga e impotente endureció por un instante sus hermosas facciones, hasta que sintió una tibieza en su mano izquierda y reconoció el contacto de la todavía pequeña mano de Hansi. Este era uno de los seres a quienes más amaba entre las personas con quienes convivía en Vindsborg. Sonrió y apretó aquella mano entre la suya.

      -Bueno, Tarian... Ya vestido, ¡qué milagro!-bromeó Balduino-. Si haces todo el trayecto de ida y vuelta sin desnudarte, el prodigio será tal que me veré obligado a admitir, tal vez, la existencia de Dios.

      La sonrisa de Tarian se hizo más pronunciada, aunque en todo momento fue de carácter más bien íntimo, la sonrisa de alguien que ha sufrido mucho y paladea cada momento de felicidad como si fuera el último.

      Un día, su destino sería regresar al océano, adonde pertenecía. Esto era algo que él sabía y lo aceptaba, aunque no siempre de buen grado. No pasaba día sin que se dijera que se marcharía a la mañana siguiente, que no encajaba entre las gentes de la superficie, que desentonar era duro y que incluso la soledad sería más llevadera... Pero siempre le era difícil decidirse. No todo era incoherencia o locura entre el pueblo del Mundo Sobre las Olas.

      Se estremecía de sobrecogida emoción al recordar que en las mazmorras de Kvissensborg, cuando ya no tenía fuerzas para resistir al maltrato, no le importaba mearse y cagarse encima y sólo deseaba morir, Dios se había acordado de él y le había mandado a Balduino, a Anders y a Hansi para consolarlo, limpiarlo y liberarlo de aquel horrible lugar. Más importante aún: lo habían enviado para que lo quisieran. En aquel instante de su liberación, Tarian había sentido a Dios aun sin saber nada de él.

      Ahora Fray Bartolomeo venía con frecuencia para enseñarle el catecismo. También aquel cura era un personaje de lo más insólito. tras leerle a Tarian un pasaje muy emotivo en el que Cristo liberaba a Adán de los Infiernos (y con el que el joven se sentía muy identificado) había adoptado un aire de intenso dramatismo y confidencialidad.

      -Pero que nadie sepa que te he leído esto o que poseo este libro, y el hereje menos que nadie; ¿de acuerdo?

      Ultimamente, Tarian había pensado posponer su partida para el día siguiente a su bautismo. A veces, sin embargo, se sentía un poco tonto al hacerse estas propuestas. El océano, al que pertenecía pero en el que estaría en soledad, y la tierra firme, adonde  contaba con el afecto de varias personas pero que definitivamente no era su mundo, tironeaban de él, disputándoselo. Era inútil hacerse propuestas, él no decidiría, sino que ganaría el lado más fuerte. El tiempo diría cuál era ese lado en el futuro cercano, aunque se supiera cuál vencería a largo plazo.
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publicado por ekeledudu a las 14:07 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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SOBRE MÍ
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Eduardo Esteban Ferreyra

Soy un escritor muy ambicioso en lo creativo, y de esa ambición nació EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO, novela fantástica en tres volúmenes bastante original, aunque no necesariamente bien escrita; eso deben decidirlo los lectores. El presente es el segundo volumen; al primero podrán acceder en el enlace EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO. Quedan invitados a sufrir esta singular ofensa a la literatura

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