Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO II
La segunda parte de la más extraña trilogía de la literatura fantástica, publicada por entregas.
« Blog
« LXXV
04 de Abril, 2011    General

LXXIV

LXXIV

      -Buen tipo, este Edgardo-comentó Damián de Aord Aimorn.

        Se hallaba en la taberna junto a Joseph de Urasoil y Roland de La Mö, que acababa de terminar su turno de guardia, más Robin Haraldssen, a quien habían casi arrastrado hasta allí para que tomara una copa con ellos. Para Robin, acostumbrado a que se desconfiara automáticamente de él en razón de su adinerada, todopoderosa y vagamente siniestra parentela, aquel era un gesto extraño, y supuso que se sentiría fuera de lugar en la reunión. Pero Roland de La Mó, de la Orden del Viento Negro, y Joseph de Urasoil y Damián de Aord Aimorn, de la Orden de la Doble Rosa, jamás rechazaban de entrada a nadie. En Drakenstadt, habían sido de los primeros en hacer un acercamiento amistoso entre ambas Ordenes cuando éstas aún se odiaban mutuamente; eso los había vuelto muy unidos. Por supuesto, casi nadie recordaba ahora el magnífico ejemplo que ellos habían dado en ese sentido, tal vez porque en su momento les había parecido el más abominable de los crímenes.

      Donde el trío estuviera, imperaba siempre un clima muy particular, no exactamente de desorden, pero sí de jovial despreocupación, de envidiable irresponsabilidad. la apreciación era un tanto injusta, porque en el frente de batalla ellos estaban tan presentes y activos como cualquier otro, y lloraban a los caídos en combate tanto como los demás. Pero no se torturaban pensando en lo que podría ocurrir si no se lograba poner freno a los Wurms. Cumplían con su deber tan buenamente como pudieran, y nada más; y luego de cada funeral corrían a la taberna como si no hubiera ocurrido tragedia alguna. esto era lo que otros no podían entender, mucho menos Edgardo, y lo que había hecho que éste dudara de las aptitudes de Damián para un puesto de mando.

       La verdad era simplemente que Roland, Joseph y Damián que hoy estaban vivos, y que mañana podrían no estarlo; y por ello, mientras siguieran en este mundo, intentarían pasarla tan bien como fuera posible. Cuando alguien pasaba a mejor vida, tenían presente que ellos seguían vivos y que por ello debían honrar la vida siendo tan felices como pudieran.

        -Buen tipo, este Edgardo-insistió Damián, en vista de que nadie le respondía; y como siguieron sin contestarle, preguntó:-. ¿No?...

          -Ah, no sé... ¿Cómo puedo criticar a un oficial estando presente otro oficial?-bromeó Roland, en cuyo rostro resplandecía una sonrisa que parecía instalada perpetuamente allí.

          Damián meneó la cabeza desaprobatoriamente, miró a Robin y le señaló a Roland. Su expresión denotaba que, por alguna razón consideraba a éste un caso perdido.

         -Es un majadero...-murmuró.

          -Qué raro que nada menos que Felipe de Flumbria te propusiera para la oficialidad, ¿no?-murmuró Joseph, con expresión de duda en sus ojos azules.

          -Habrá pensado que con un alto cargo te pondría de su parte-opinó Roland de La Mö.

          -O que el vasallaje que su padre impone al mío se extiende también hasta aquí-dijo Damián.

           -Perdón-intervino Robin Haraldssen-: ¿quién es ese Felipe de Flumbria de quien todos hablan?

           -Nadie que importe realmente...-gruñó Damián.

           -¿Será entonces ése que viene ahí?-inquirió Robin, con la vista fija en la entrada.

          Los otros tres giraron la cabeza en esa dirección.

             -Ni que lo hubiéramos invocado-dijo Joseph-. Sí, es él... Su Alteza Repugnante en persona... Y viene con Número Uno, Número Dos, Número Cinco y Número Siete-agregó, reconociendo a los otros Caballeros que venían con Felipe.

        Robin, por haberse encontrado personalmente con cada uno de ellos o haberlos visto desde la distancia, tenía su opinión acerca dce aquellos sujetos.

             -¿Y por qué los números? ¿Por el grado de imbecilidad?-preguntó, súbitamente malhumorado.

         -Sí, ¿cómo adivinaste?...-preguntó Damián, con asombro no del todo auténtico. No se precisaba estar dotado de gran genialidad para etiquetar como idiotas a los miembros de aquella manada de baja estofa.

          -Número Dos cazó un ciervo hoy... ¡Muy bien!-dijo Joseph, irónico-. ¡Ya veis que no es tan inútil como parece!

            A lo lejos, Felipe de Flumbria vio quiénes estaban reunidos en aquella mesa y volvió a preguntarse qué tenía que hacer Robin Haraldssen en compañía, en este caso, no sólo de Joseph de Urasoil, sino también de Roland de La Mö y Damián de Aord Aimorn.

          -A ese tal Felipe no le caigo siquiera un poquito simpático, me parece-observó Robin.

             -Menos mal... Porque si le caías simpático, te echábamos de la mesa a patadas-bromeó Roland.

            -Cambiando de tema, y ya que has estado de guardia, ¿qué novedades tienes para contar?-preguntó Damián a Roland.

           -Ninguna, por supuesto... Hoy, el día no tiene cara de ataque de Wurms-replicó el interrogado, muy serio.

           Ante aquella declaración, el interrogado abrió tamaños ojos.

           -¿Y cómo sería un día con cara de ataque de Wurms?-preguntó.

          -Ah, no le hagas caso-intervino Joseph; y añadió lapidariamente:-. Es un majadero...-y sonreía con tantas ganas como placer le causaba evidentemente formular tan drástica declaración.

            -La mayoría de las veces acierto-se defendió justamente Roland.

           -Sí, pero creo que sólo porque Dios y el Diablo se ponen de acuerdo para no hacerte pasar vergüenza-replicó Joseph-. Qué ganas de retorcerte el pescuezo tendría Calímaco si te oyera... Se exaspera hasta volverse loco cuando te oye decir ese tipo de gansadas.

           -¿Qué Calímaco, el de Antilonia?-preguntó distraídamente Roland.

           -¿Ves?... ¡Majadero!... ¡Claro que Calímaco de Antilonia!... ¿O es que conocemos otro?

            En ese momento se acercó el posadero con el vino solicitado por el grupo. Lo escanció en las cuatro copas y se retiró dejando la jarra.

            Las pullas quedaron olvidadas.

          -Bueno, ¿por qué brindamos?-preguntó Roland.

           -Por nuestro nuevo compañero de mesa y nuevo mensajero del servicio de postas...-rpopuso Damián, alzando su copa.

           -Por el nuevo teniente... Ojalá no nos mandonee mucho-dijo Roland, sonriendo y alzando la suya.

           -Por el buen edgardo de Rabenland, que tomó bajo su protección al nuevo teniente-dijo Joseph, mientras Damián fulminaba a Roland con la mirada-. Alguien que ayuda a un amigo nuestro es también un poco amigo él mismo... Ojalá podamos agradecerle de algún modo.

           -Por la amistad-propuso Robin-. Y por el Reino... Que Dios lo preserve de los Wurms y de otros enemigos presentes y futuros.

             Los cuatro entrechocaron sus copas y bebieron uno o dos sorbos cada uno en silencio. Así quedaron unos minutos, pensativos, hasta que de repente dijo Roland:

          -Me dejaste pensando, Joseph... Hay algo que podríamos hacer por el señor de Rabenland. Bah, bueno, Robin podría hacerlo... Si no es demasiado compromiso para él, claro.

         Robin lo miró con interés.

          -Hmmm... ¿A ver?-dijo.

          -Edgardo de Rabenland tiene un hermano, un tal Balduino, comandante en un lugar que se llama Freyrstrande...

            -Fristrande-corrigió Joseph.

             -Freyrstrande-porfió Roland-. Eso de Fristrande fue una estupidez inventada por el idiota de tu Gran maestre, que ni cernio habla bien, y como si no tuviera suficiente con destrozar y deformar su propio idioma, se mete también con el Bersik... Es más, yo estaba presente cuando lo inventó. Fue en aquel Consejo que decidió la evacuación de Vestwardsbjorg y Östwardsbjorg... Precisamente fue ese Balduino quien aportó la idea al difunto señor Eyjolvson, servicio postal mediante.

            -Ahora cualquiera critica la forma de hablar de todo el mundo-sonrió Joseph, señalando a Roland-. Los belvenios, justamente, que hablan algo que no es cernio ni Bersik, sino una mezcolanza de los dos idiomas que ni nuestro Señor Jesucristo la entiende...

         -Bueno, no importa-cortó Roland, quien era belvenio, para abreviar e ir al grano-. El problema es que Landelino de Urifernia dice estar seguro de que en Freyrstrande, Fristrande o como diablos se llame ese lugar, ahora no está ese Balduino, sino un impostor que se hace pasar por él...

            -¿Y él qué sabe de eso?-objetó Joseph, burlón-. ¿Estuvo allí, acaso?

            -Joseph, parece que Landelino conoció bien al tal Balduino. Dice que es, o era, un tipo muy desagradable en su trato con las personas, aunque en cambio quería mucho a los animales, comenzando por su caballo... Ahora bien, viniendo de Christendom hacia Drakenstadt, Hrodward de Gälster pasó por Freyrstrande y conoció a alguien que decía ser Balduino de Rabenland, pero cuya descripción coincide poco y nada con la imagen que Landelino tiene de él. Para empezar, Hrodward lo pescó martirizando a un pobre perro al que habría matado si no hubiera intervenido él en su defensa...

           -¿Y qué tendría que hacer yo? ¿Averiguar si es el verdadero Balduino o un impostor que se hace pasar por él?-preguntó Robin.

          -En parte, sí; pero tendrías que tener cuidado. Landelino piensa que el verdadero Balduino de Rabenland pudo haber sido asesinado y sustituido por uno de los hombres de Sundeneschrackt. Parece que, con intenciones de que lo ayudaran, había puesto en libertad a toda la banda pirata de El Terror de los Estrechos, Kehlensneiter inclusive... Es más, ¡tamaño revuelo se armó el año pasado aquí, en Drakenstadt, cuando trascendió que los mismos forajidos que saquearon la ciudad hará como quince años atrás, estaban ahora libres!...

          -Ya lo creo....-coincidió Damián. Joseph se limitó a asentir en silencio.

           -Se trataría entonces-sintetizó Roland- de que, cuando estuvieras cerca de Freyrstrande, te desviaras hacia allí e investigaras un poco este asunto... Con mucha cautela. Caso de que el verdadero Balduino siguiera mandando allí, sería cosa de tantear qué piensa acerca de Edgardo. Parece ser que no se ven desde hace años los dos, y que la relación entre ambos sufrió unos cuantos altibajos. edgardo, no obstante, lo reucerda con cariño, y ni enterado está de que Hrodward de Gälster pasó por allí ni, todavía menos, de que no es seguro de que quien manda en ese lugar y dice ser Balduino lo sea realmente. Si por desgracia tuviera razón Landelino, dejaríamos las cosas así, por el momento. Si no, hasta podrías pedir a ese Balduino que escribiera unas líneas para su hermano... Eso levantaría el ánimo de éste en los malos momentos.

            -Cómo se nota que no estuviste presente hoy, cuando Edgardo vio a la preciosa Princesa Gunilla-sonrió Damián-. Me parece que hasta olvidó que tiene hermano...
Palabras claves , , , ,
publicado por ekeledudu a las 13:24 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
Más sobre este tema ·  Participar
· CCXX
Comentarios (0) ·  Enviar comentario
Enviar comentario

Nombre:

E-Mail (no será publicado):

Sitio Web (opcional):

Recordar mis datos.
Escriba el código que visualiza en la imagen Escriba el código [Regenerar]:
Formato de texto permitido: <b>Negrita</b>, <i>Cursiva</i>, <u>Subrayado</u>,
<li>· Lista</li>
SOBRE MÍ
FOTO

Eduardo Esteban Ferreyra

Soy un escritor muy ambicioso en lo creativo, y de esa ambición nació EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO, novela fantástica en tres volúmenes bastante original, aunque no necesariamente bien escrita; eso deben decidirlo los lectores. El presente es el segundo volumen; al primero podrán acceder en el enlace EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO. Quedan invitados a sufrir esta singular ofensa a la literatura

» Ver perfil

CALENDARIO
Ver mes anterior Mayo 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031
BUSCADOR
Blog   Web
TÓPICOS
» General (270)
NUBE DE TAGS  [?]
SECCIONES
» Inicio
ENLACES
» EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad