Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO II
La segunda parte de la más extraña trilogía de la literatura fantástica, publicada por entregas.
« Blog
« CXCI
20 de Abril, 2012    General

CXC

CXC

      En lo físico, Erik, el nuevo Conde de Thorhavok, parecía mucho más aristocrático que Arn. Como éste, era rubio y de ojos azules, aunque su rostro era más anguloso. También se veía más atlético que Arn, quien en sus últimos tiempos en el poder había acumulado una modesta barriga y ahora, en poco tiempo, había ido al otro extremo, quedando hecho un esqueleto. Sin embargo, algo en Erik le daba ya a simple vista un aire rufianesco y desagradable que desorientó a Balduino, quien olvidó hincar rodilla en tierra ante él; y Anders, quien para no meter la pata lo imitaba en todo, tampoco lo hizo. Fue un momento desesperante para Hansi y Emmanuel, quienes no supieron qué hacer. Balduino era Caballero, Anders lo parecía; en el peor de los casos, ambos podrían justificar la descortesía  alegando ser demasiado orgullosos para hincar rodilla en tierra ante nadie que no fuera un rey. Pero Hansi y Emmanuel no tenían armadura de la que hacer gala y por la cual sentirse resguardados, de encolerizarse el Conde; así que sew miraron ambos, aterrados casi, consultándose mutuamente en silencio.

        La iniciativa vino de Emmanuel, quien sabía que cualquier pretexto era bueno con tal de denigrar y encarcelar a un gayané. Resolvió, por lo tanto, no dar motivos a Erik para que lo hiciera. Se adelantó con cierta timidez, y Hansi, vacilante hasta entonces, se le puso a la par para no ser menos. Juntos, hicieron sendas reverencias ante el nuevo Conde de Thorhavok, quien asintió complacido ante el gesto para luego quedar mirando a los dos jóvenes revestidos de armadura, sin decir nada, mientras un individuo ubicado de pie a su diestra se inclinaba sobre él y le susurraba algo al oído. Balduino reconoció al sujeto: era el antiguo consejero de Arn. Por lo visto, las ratas habían abandonado el barco, pero no podía reprochárseles nada en vista de que, de entrada, el propio  capitán de ese barco no había tomado medidas para que no hiciera agua...

         -¡Bueno, bueno!... ¿Qué pasa aquí?-preguntó Erik, con un buen humor que no parecía del todo natural-. ¿No se estila ya que los vasallos muestren debido respeto hacia su señor feudal?

        -Se estila, sin duda-repuso Balduino, inclinando cortésmente la cabeza-; pero yo dependo del Rey, no del Conde de Thorhavok, ni de nadie más.

         Anders empalideció. Era cierto: Balduino no era vasallo del Conde de Thorhavok... Pero él, sí, en su condición de señor de Kvissensborg. ¿Y ahora?... ¡En lindo lío estaba metido! Rehusarse a reconocer como señor a Erik podía traerle nefastas consecuencias, pero... ¿ese mequetrefe disfrazado de noble, señor suyo? ¡Tenía ojos de víbora! No, de víbora no... Su mirada era sucia y maligna, pero mucho más solapada que la de cualquier reptil. ¿Ante alguien así tenía que hincar rodilla en tierra? Y además, si lo hacía ahora, tan tardíamente, parecería que lo obligaba el miedo; lo que, encima, sería cierto.

         -Es curioso, porque tengo entendido que ante Arn sí hincabais rodilla en tierra... Y que durante un buen tiempo, antes de venir a Thorshavok,  obrasteis a espaldas del Rey, lo mismo que el resto de la Orden en la que militáis... Y de todos modos, el Rey está lejos. Aquí cuenta sólo la autoridad del Conde de Thorshavok, es decír, la mía...

          Hasta ahí, no era el propósito de Balduino mostrarse desafiante; no era aconsejable. Pero las últimas palabras de Erik le parecieron tan soberbias, tan pedantes, que cambió bruscamente de planes. Que aquel renacuajo despreciable tratara de amenazarlo, era más de lo que podía soportar.

         -Mirad-replicó con dureza-: si bien es cierto que durante cierto tiempo obré a espaldas del Rey, lo cierto es que ahora es su autoridad la que me avala. La del Rey. Que él esté cerca o esté lejos, no le hace: tal vez las distancias os resulten importantes, pero dudo que vuestros esbirros y lacayos piensen igual que vos, sobre todo porque ellos tienen más razones que vos para temer por el propio pellejo si trascendiera que amenazasteis, insultasteis o dañasteis a un Caballero de Su Majestad. Si además se hiciera una investigación al respecto, algún dedo os señalaría a vos, y no faltaría quien pronunciase la chocante palabra usurpador, añadiendo quizás que, quien hoy usurpa el trono de un Conde, podría mañana hacer otro tanto con el de un Rey.

          -Vos...-dijo Erik, intentando de nuevo recobrar el control.

          -Un momento, que todavía no termino. Supongamos, como decís, que el Rey está lejos. Los Wurms, no obstante, están cerca, o al menos más cerca que Su Majestad. Estoy aquí para proteger a Thorhavok de esos monstruos; cuando ellos se hayan ido, me iré yo también. Hasta entonces, ya que no amigos, nos conviene ser aliados. Dejadme en paz, y yo haré otro tanto con vos. Que éste o aquél sea Conde, a mí en nada me afecta pues, insisto, estoy al servicio de Su Majestad; si bien, indirectamente, presto servicio al Conde de Thorhavok, como es obvio. ¿Quién es hoy ese Conde? No tengo la menor idea. Teóricamente, Arn, a menos que haya muerto y yo no lo sepa; pero en ese caso quisiera ver el cadáver o la tumba correspondiente. Vos os sentáis en el trono del Conde, pero temo que vuestro título será válido sólo cuando Arn haya muerto. En cuanto a la rodilla que hinqué en tierra ante Arn pero no ante vos, tened en cuenta que, con aquél, actué obligado por las circunstancias, y nada más. El comenzó tratándome como a enemigo por medio de uno de sus vasallos; preguntad, si no me creeis, a vuestro consejero, que antes lo era de Arn. Yo debía revertir eso, así que vine aquí y lo adulé en mi provecho. Pero muy imbécil tendríamos que ser nosotros dos, yo por repetir esa treta ante vos, y vos mismo por creerla sincera, si hiciera lo mismo ahora, especialmente porque mi hipocresía sería obvia: todavía no se sabe que Arn haya muerto, ¿y ya jurando y perjurando lealtad a otro Conde de Thorhavok o aspirante a tal?... Los asuntos de este Condado no me incumben, excepto en lo que hace a los Wurms. Arregladlos como mejor os plazca, pues; no interferiré. Ya debe constaros que no estoy encubriendo a Arn, y si aún tuvierais dudas al respecto, podréis despejarlas cuantas veces os venga en gana, personalmente o a través de vuestros hombres. Pero que se me deje en paz, es todo lo que pido. Por lo demás, una rodilla que se dobla por temor o por interés, no pertenece a alguien de lealtad fiable, y me parece que de ésas tenéis varias aquí. Si yo fuera vos, desconfiaría de mucha gente aquí, y quizás, en primer lugar, de mis aliados y asesores más próximos.

       Ante esto, Erik volvió su anguloso rostro hacia su consejero, en silencioso reclamo de asistencia; pero el consejero en cuestión empalideció, y durante unos minutos ni amagó inclinarse sobre el oído de su señor. Este interpretó ese silencio como la reflexión de alguien que cavilaba para responder verazmente; de modo que no lo instó a responder.

         A río revuelto, ganancia de pescadores. Balduino aprovechó la situación para seguir trabajando en favor suyo:

         -No obstante, no puedo menos que telicitaros por la elección de vuestro consejero-dijo-. Es hombre de inteligencia aguda y corazón limpio. Si de alguien podéis fiaros, es de él.

         -¿Por qué?...-preguntó Erik, asombrado-. Era el consejero de mi primo Arn.


           -Lo sé, por eso lo conozco....-contestó Balduino. No añadió la palabra imbécil, implícita en el tono de sus palabras-. Pero ahora es vuestro consejero, y pondrá en ello el mismo celo con que antes asesoró a vuestro primo, estoy seguro. Simplemente, se adapta al cambio... Igual que tantos otros, yo incluido, ¿verdad, Anders?


        -¿Eh?... ¡Ah, sí!-respondió el interrogado, despertando de su ensimismamiento.

         Visiblemente aliviado, el consejero, a espaldas de su señor, sonreía agradecido a Balduino, mientras la atención de Erik se desviaba hacia Anders:

           -¿Y vos?-preguntó, en tono de desafío o de imperioso reclamo-. Como señor de Kvissensborg, vos sí deberíais hincar rodilla en tierra ante mí.

        Pero Anders no había permanecido ocioso mientras Balduino hablaba con Erik. Si el miedo lo había urgido a buscar una solución para salir del brete, la seguridad de saber que no estaría solo en el mismo, sino ayudado por su mejor amigo, le había proporcionado la necesaria calma para pensar, y en ciertas palabras del pelirrojo había hallado inspiración; así que respondió:

         -Hincaría rodilla ante el Conde de Thorhavok... Pero no sé quién es él: si Arn, a quien presté un juramento que aún me liga a él si está vivo, o a vos, que os sentáis en su trono. Cuando no queden dudas, hincaré rodilla en tierra.

          -¿Y qué haréis hasta entonces?-preguntó Erik con desconfianza-. Forzosamente deberéis decidiros por uno o por otro.

        -No lo creo, señor-repuso calmadamente Anders-. Kvissensborg es un señorío pequeño, y sus tropas son necesarias para resguardar Freyrstrande de eventuales ataques de los Wurms. No es posible, en este momento, ponerlas al servicio de querellas feudales.

         -Pues vais a ponerlas-replicó Erik, alzando la voz, ahora sí en tono de abierto desafío- ¡ a menos que queráis arriesgaros a ser sospechado de traición, depuesto y arrojado a un calabozo!

        -Andaos con cuidado...-intervino Balduino-. El señor Anders de Kvissensborg colabora conmigo en la defensa de Freyrstrande por orden del Rey, como su predecesor, el infortunado señor Einar; ¿o por qué creeis si no que Arn, quien al principio no me tuvo la menor simpatía, se vio obligado a reiterar esa orden a su vasallo de Kvissensborg? Y aun así, me puso tantas dificultades como pudo. Luego me gané su confianza adulándolo un poco porque, la verdad, no quería pelear con él, como tampoco quiero hacerlo con vos ahora, aunque esté dispuesto a hacerlo si me ob ligáis a ello. Como dije antes, no es ésa la opción más conveniente, ni para mí ni para vos. Pero si forzáis al señor Anders a desobedecer una orden real, nos obligaréis a ambos, a él y a mí, a traicionaros a vos por no traicionar al Rey, cuya autoridad sigue estando por encima de la vuestra.

         -¡Pues no saldréis de este palacio hasta que sepa a qué atenerme con vosotros!-estalló Erik-. ¡Ni en sueños, estad seguros de ello!

         -Pero es que ya sabéis a qué ateneros. Os lo dijimos-replicó Anders-: defenderemos de los Wurms las costas de Freyrstrande. Como éstas forman parte de los dominios del Conde de Thorhavok, con ello prestaremos el más leal y sacrificado de los servicios al Conde de Thorhavok, sea éste quien sea.

         -En efecto-convino Balduino-. Ahora que, si prefirierais encargaros de ello vos personalmente...

       -¡Todos mis otros vasallos me han jurado fidelidad!-rugió Erik, irritado.

          -¿Y?... ¡Gran garantía!-replicó burlonamente Balduino-. Yo, en lugar vuestro, desconfiaría más de quienes en voz más alta hayan jurado, ya os lo dije. Alguno de ellos ha de tener escondido a Arn, o lo tendrá bien pronto. Duplicidades así pueden ser muy, muy útiles, ¿sabéis? : como no nos gustaba nuestro antiguo señor feudal, lo depusimos e instalamos a otro en su lugar. Pero por las dudas de que éste nos guste aún menos, guardamos el anterior en el desván, aprovechando que no conoce exactamente qué papel desempeñamos en el golpe que lo derrocó y que, por el contrario, fingimos ser sus más leales protectores...

         -Nuestra lealtad, sin embargo, es limitada, aunque sincera-añadió Anders-. No creo que Arn se acerque a Kvissensborg; no obstante, juraré sobre las Santas Escrituras que, si lo hiciera, lo encerraré en un calabozo y os avisaré al respecto. A más no me puedo comprometer por ahora, pues ignoro quién es el verdadero Conde...

          -¡Yo lo soy!-interrumpió Erik, despechado.

          -Y yo soy el hombre más endiabladamente apuesto que se haya visto jamás en todo el Reino; pero por alguna razón, cuando se lo explico a alguien, me creen tan poco como a vos-ironizó Balduino-. ¿Decías, Anders?...

             -... Si el verdadero Conde es Arn, estará seguro en el calabozo. Defenderé su vida con la mía, nadie podrá entrar para acabar con él. Si en cambio el verdadero Conde fuerais vos, os complacería enteraros de que lo tuviese en prisión y ya no pudiera causaros molestias.

        -No me complacería tanto como creeis-replicó secamente Erik-, pues no hay enemigo inofensivo, salvo cuando está muerto; y ha sido el señor de Rabensland, no yo, quien hacía apenas un instante hablaba de duplicidades convenientes.

         -Honestas duplicidades, si nos os molesta admitirlo...-dijo Balduino.

        -Duplicidades al fin, señor de Rabensland-gruñó Erik-. Y bien, señor de Kvissensborg, ¿qué decís?... Conminado por cuestro Conde a entregar a Arn, ¿cuál sería vuestra decisión?

      Anders ya empezaba a disfrutar aquello.

          -Os lo entregaría, por supuesto-respondió-; a menos, claro, que considerase que mi señor el Conde de Thorhavok fuera él y no vos, lo que decidiría sobre la marcha.

        Pareció que Erik, iracundo, iba a contestar algo, cuando el consejero se inclinó sobre él y le susurró al oído quién sabía qué. Lo que fuera, dejó pensativo al usurpador. Este dio la impresión de debatirse consigo mismo.

         -Que traigan las Escrituras-ordenó al fin.
Palabras claves , , , ,
publicado por ekeledudu a las 15:17 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
Más sobre este tema ·  Participar
· CCXX
Comentarios (0) ·  Enviar comentario
Enviar comentario

Nombre:

E-Mail (no será publicado):

Sitio Web (opcional):

Recordar mis datos.
Escriba el código que visualiza en la imagen Escriba el código [Regenerar]:
Formato de texto permitido: <b>Negrita</b>, <i>Cursiva</i>, <u>Subrayado</u>,
<li>· Lista</li>
SOBRE MÍ
FOTO

Eduardo Esteban Ferreyra

Soy un escritor muy ambicioso en lo creativo, y de esa ambición nació EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO, novela fantástica en tres volúmenes bastante original, aunque no necesariamente bien escrita; eso deben decidirlo los lectores. El presente es el segundo volumen; al primero podrán acceder en el enlace EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO. Quedan invitados a sufrir esta singular ofensa a la literatura

» Ver perfil

CALENDARIO
Ver mes anterior Abril 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930
BUSCADOR
Blog   Web
TÓPICOS
» General (270)
NUBE DE TAGS  [?]
SECCIONES
» Inicio
ENLACES
» EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad