CXCV
Hansi se disponía a salir de la caballeriza, cuando vio por la puerta a medio abrir a Rattele que volvía trayendo en sus manos algo pequeño y muy movedizo, que no logró distinguir en ese momento.
-Señor Cabellos de Fuego... Ahí vuelve el chico, el caballerizo-susurró.
-A ver...-murmuró Balduino, acercándose a la puerta, que entrecerró tanto como pudo en la medida en que la rendija le permitiera seguir observando furtivamente a Rattele. Anders, Emmanuel y Hansi, intrigados, se arracimaron en torno a él.
Rattele había improvisado una pequeña bolsita con un trozo de tela. En ella, por lo visto, traía algún animalito, quizás un pájaro o un razón recientemente capturado. Balduino razonó que, pese a su aire repulsivo, no debía ser tan malo, si amaba a los animales: y sin embargo, su andar furtivo desmentía tan favorable impresión, pues a cada paso miraba a un lado y a otro, como temiendo que se lo pescara en alguna falta.
-Echaos un poco hacia atrás...-susurrço Balduino a sus compañeros, haciendo lo propio cuando ellos le hubieron cedido el espacio sufuciente-. Más a la derecha, Hansi.
El mentado se movió siguiendo indicaciones de Balduino, lo que lo salvó de recibir un buen portazo en la cara cuando Rattele, mirando por encima de su hombro para asegurarse de que nadie lo viera, se dispuso a entrar. Pero cuando el extraño personaje miró de nuevo hacia adelante y se encontró inesperadamente frente a Balduiino, lo paralizó el horror, en contraste con la criatura que mantenía aprisionada en la bolsita, que bregaba por liberarse, y cuyos movimientos permitían ahora identificarlo como un ratón.
-Rattele-lo interrogó Balduino, en tono duro-, ¿por qué te asustas tanto cada vez que te encuentras con nosotros?... No, ¡no te irás así nomás!-añadió, sujetando por el brazo a Rattele cuando éste se dispuso a huir-. ¡Respóndeme!-ordenó.
Pero no recibió más réplica que gemidos aterrados, de modo que terminó por aburrirse y soltarlo. Rattele volvió sobre sus pasos huyendo como si lo persiguiera el mismo diablo.
-¿Pero qué rayos te sucede, muchacho?...-gruñó Balduino, exasperado-. Bueno, ojalá los Wurms sigan tu bello ejemplo, si llegamos a enfrentarnos a ellos-añadió-. En fin, vayamos a reportarnos con nuestro patrón temporario...