IV: SOBRE LOS WURMS Y SUS MOTIVOS
El carácter histórico de los Wurms es hoy en día defendido a rajatabla en los países de la Europa Traslotárica y es uno de los principales puntos de disenso entre la comunidad científica de dichos países y la del resto del mundo, que por supuesto los considera una leyenda o un mito. Pero incluso los más escépticos admiten la fuerza que la imagen de los Wurms ejercen sobre la psiquis humana. Porque, efectivamente, puede decirse que los Wurms no necesitan presentación. Hasta el fin de los tiempos los veremos asomar en el horizonte de la Humanidad y en el de la humanidad individual de cada uno de nosotros. Son aquello que nos somete a pruebas más duras de lo que creemos poder soportar; son aquello que nosobliga a seguir luchando cuando ya no tenemos fuerza para hacerlo; son lo que nos estremece cada vez que los vemos resurgir en lontananza, amenazantes y siniestros. A la sazón estaban gobernados por una especie de Rey, el VodVorag, que en aquel entonces era un tal Magnus y que no se había dignado presentarse todavía frente a las costas andrusianas. Se dividían en dos castas, una aristocrática, los Jarlewurms, colosales, de largos cuellos y colas y capaces de vomitar torrentes de fuego y brea ardiente, y sus siervos los Thröllewurms, similares a cocodrilos, pero mucho más grandes que éstos y con los ojos ocupando una posición frontal en el cráneo. Ni unos ni otros podían volar, aunque los Jarlewurms poseían alas que desplegaban a modo de velamen para aprovechar el viento favorable al hacerse a la mar.
Es muy de humanos el considerar lejano e improbable aquello que más se teme y, en Andrusia, aun sabiéndose la existencia de los Wurms, se había relegado a éstos al terreno de lo mítico, donde héroes invencibles luchaban contra ellos y les daban muerte. Andrusia Occidental sabía ahora que, por desgracia, eran mucho más que un mito; la parte oriental, libre de su amenaza durante mucho tiempo, tardaría más en salir de su escepticismo.
Qué había traído a tales monstruos hasta las costas de Nerdelkrag, era difícil precisarlo, pero una larga tradición hacía de los Wurms criaturas codiciosas y ávidas de tesoros, de los que en Andrusia occidental había en abundancia, particularmente en Drakenstadt, cuyos joyeros eran famosos en todo el Reino. Se pensó, por lo tanto, que ésa sería la causa, aunque no quedaba muy claro cómo podían haber sabido los Wurms, que venían de allende los mares, de tales riquezas. Sin embargo, se rumoreó más tarde que una flota mercante despachada por la Banca Haraldssen desde Ramtala hacia Ultramar en busca de materias primas, se había topado con algunos Wurms, intentando con tales informes comprar su salvación. Ese rumor fue avalado inconscientemente por los propios Haraldssen, quienes eran casi tan codiciosos como los propios Wurms y que no obstante, en la lucha contra éstos, brindarían un llamativo y relativamente desinteresado apoyo financiero. Tampoco esta vez dieron puntada sin hilo, pero se mostraron mucho más moderados de lo habitual, y hasta tuvieron accesos de preocupación y generosidad. Daba la impresión de que querían mitigar una sensación de culpa, actitud que, tal vez, deba ser bienvenida cuando aparece.
De todos modos, cabe la posibilidad de que los Wurms dispusiesen de otras fuentes. En el caso de Drakenstadt, una monumental obra escultórica labrada en las paredes del Hrodesfjord o Fiordo de la Gloria, a cuyo abrigo se erige la ciudad, servía para delatar sus riquezas y, al mismo tiempo, vincularla de un modo vago a los Wurms. Se trataba del Drakensegenbrekker o Rompeolas de los Dragones, que hoy sólo se conserva en parte y muy deteriorado, pero que en su época fue una auténtica maravilla. Representaba a miles de reptiles alados, mostrándolos en diversas y muy disímiles posturas, muchas de ellas casi cotidianas o familiares, como por ejemplo cuidando a las crías en el nido o limpiando de parásitos sus cuerpos. cada una de las figuras era de tamaño modesto y, a decir verdad, sin gran semejanza con los Wurms ni con sus coladores y pacíficos parientes de más al Sur, los Draken o Drakes. La obra, orgullo de Drakenstadt, databa de tiempos tan remotos, que ya no quedaba nadie que pudiera decir si los dragones allí representados eran Wurms, Drakes o una tercera y ya extinta raza reptiliana. de cualquier forma, muchas de las figuras de piedra tenían gemas en el sitio correspondiente a los ojos, aunque hoy en día, luego de siglos de rapiña, ya no quede ninguna; y sin duda los poderosos Jarlewurms debieron advertir que una ciudad que se permitía tal ornamentación tenía muchas más riquezas, en tanto que los dragones esculpidos en el Rompeolas sin duda sirvieron a modo de excusa (aunque no la necesitaban) para reclamar como suya al menos esa porción de continente.