Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO II
La segunda parte de la más extraña trilogía de la literatura fantástica, publicada por entregas.
23 de Mayo, 2011    General

LXXXVI

LXXXVI

      Con la primavera llegaron también las flores y los ya mencionados experimentos florales de Tarian, quien a partir de aquéllos empezó a mirar como con asco a la vegetación terrestre. Por aquel entonces fue también que el muchacho-pez se bautizó, nada menos que con Kehlensneiter como padrino. Esta circunstancia no fue muy del agrado de Ulvgang, quien pretendía que su hijo se distanciase poco a poco de cuanto tuviera que ver con los Kveisunger. Pero había sido elección de Tarian, aunque tal vez más que nada para fortalecer el compromiso de buena conducta de Kehlensneiter; de modo que nadie pudo poner objeciones.

         Pocos días más tarde tuvo lugar un acontecimiento mucho más interesante y también mucho más esperado: la boda de Kurt y Heidi. La ceremonia tendría lugar por la mañana y en la playa; luego todos partirían a sus quehaceres y por la noche regresarían a festejar debidamente el evento.

        Fray Bartolomeo hizo saber a Balduino que vendría a despertarlo para la famosa Quam-Dan para la cual, le previno, tendría que levantarse muy temprano. La víspera, el cura se acostó varias horas más temprano que de costumbre, pero en cambio Balduino estuvo de guardia hasta dos horas después de medianoche, y fue para él una pesadilla que se lo despertara tan temprano como lo hizo Thorvald, anunciándole que Fray Bartolomeo ya estaba allí.

          -Vamos, vamos, hereje, no remolonees-lo urgió el cura, calentándose las manos al amor de las brasas que aún seguían encendidas en el hogar.

          Balduino seguía más dormido que despierto. Se incorporó tambaleante y se encaminó hacia la puerta.

           -¿No te pondrás la armadura?-preguntó fray Bartolomeo.

         -Qué armadura ni qué mierda...-gruñó malhumorado Balduino, entreabriendo la puerta. El aire frío que entró por la rendija lo hizo tiritar-. ¡Por Dios!...-dijo, cerrando la puerta-. Un abrigo, no una armadura, es lo que necesito... ¡Y afuera sigue todo oscuro! ¿Debo suponer que tendré que arrancar a Heidi de debajo de sus cobijas?

           -Madre mía, hereje, ¡qué manera de quejarte!... Si será ése tu humor durante toda el día, más que una fiesta esto parecerá un sepelio-deploró Fray Bartolomeo.

         -¡Hablo en serio!-exclamó el pelirrojo.

          Thorvald había vuelto a acostarse y ahora se incorporó a medias.

          -Balduino, pretendo dormir todavía un rato más. Baja la voz o te rompo la cabeza-amenazó antes de acostarse de nuevo.

          Balduino miró al cura y señaló a Thorvald con la mano, como dando a entender que también él hubiese querido retornar a la posición horizontal y asesinar a quien perturbara su sueño.

         -Bueno, ¿y?-susurró-. Heidi no estará despierta a estas horas, eso es seguro.

        -Por supuesto que lo estará; te doy mi palabra. Antaño los bárbaros raptaban cristianas en camisón, pero como nosotros somos gente civilizada y esto es un simple remedo en solfa, encontrarás a Heidi ya vestida y fuera de su casa. Debe estar transida de frío, así que a ver si te mueves de una vez. Yo iré a despertar a Kurt.

        -¿Así que el feliz novio es el único involucrado que tiene la suerte de todavía seguir durmiendo? Con razón es un feliz novio... Lo único que no entiendo es que la muy tonta de Heidi esté transida de frío afuera de su casa, con lo bien que la pasaría con nosotros en este magnífico y cálido amanecer del que disfrutaremos enseguida.

         -Hereje, ¿quieres dejarte de quejas e ironías y hacer lo que tienes que hacer?... Mejor voy por el burro.

         -Y yo por Svartwulk, no sea cosa que terminéis ensillándome a mí por error, que bastante asno me siento en este momento.

         -Cómo me duele que te menosprecies así, hereje, que te restes méritos de esa manera. Entiendo que te sientas asno; pero ¿por qué sólo en este momento?...-preguntó Fray Bartolomeo con aire de fingida inocencia.

         Queda feo que un Caballero le retuerza el pescuezo a un clérigo; de modo que Balduino resopló mucho pero contuvo cualquier otro impulso que pujara por dominarlo en ese instante. Abrió la puerta, ya convenientemente abrigado; y tras ceder el paso al cura, salió tras éste y fue en busca de Svartwulk según lo había anunciado. Forzado a abandonar la comodidad de la caballeriza, el corcel resopló tanto como su amo, aunque ofreció una imagen mucho más digna que este último; pues Balduino estaba convertido en una tiritante y gruñona figura muy poco acorde con su condición de gallardo Caballero, y no la mejoró ya encima de la montura.

        Es muy factible que hallar el Vado de Manfred aquella mañana fuera más mérito de Svartwulk que de su jinete. Balduino hizo marchar al caballo al paso, tan perezosamente y sintiendo que se le caían los párpados, que sólo un milagro evitó que se durmiera sobre la silla, no menos transido de frío de lo que, según Fray Bartolomeo, debía estar Heidi. 

         Ahora bien, según constató el pelirrojo llegando al Vado, la joven parecía resistir bastante bien la inclemencia climática matinal, mejor, en todo caso, que Balduino; para lo que, por otra parte, tampoco se precisaba mucho. Viéndola, recobró mal que bien su olvidada dignidad y decidió mandar de paseo al sueño y al frío; en lo que fracasó miserablemente. Pero al menos se pasó una mano por los párpados lagañosos y se irguió tan garbosamente como pudo sobre la montura. Si bien seguía muerto de frío y hubiera dado todo por una cama, ahora su estampa era cosa seria, como si se dispusiera a batirse él solo contra todo un ejército. Svartwulk bufó, y Balduino, quien por momentos se preguntaba si su caballo no sería mucho más humano de lo que parecía, le dijo por las dudas:

        -No me protestes. Hago lo que puedo para estar a la altura de tu gloriosa imagen, pero a veces no me sale.

        Ateniéndose a los continuos y furibundos de Svartwulk, aparentemente el corcel no aceptaba tales excusas; pero tal vez porque Balduino al menos había dejado de avergonzarlo por el momento, decidiéndose al fin a adoptar un porte más distinguido y más propio de un Caballero, terminó calmándose. Jinete y caballo se detuvieron antes de cruzar el Vado de Manfred y se desviaron hacia la izquierda, hacia el meandro donde, sobre una elevación del terreno, se levantaba la cabala de Rigoberta, ahora totalmente a oscuras. En el techo, un gato enorme maulló, como saludando a Balduino; otro salió corriendo de una especie de cuevita artificial y se puso a la par de Svartwulk, mirando hacia lo alto de la montura y maullando aún con más insistencia que el otro felinio.

          Balduino desmontó y alzó en brazos al gato salido de la cuevita, el cual comenzó a ronronear de inmediato y a quien no gustó ni medio volver al suelo cuando el pelirrojo, recordando a qué había venido allí, decidió terminar de una buena vez. Una doncella paseaba despreocupadamente entre los frutales y los espantapájaros semiocultos por las sombras. No se le ocurrió a Balduino que pudiera ser otra que Heidi aunque, como todavía estaba oscuro y ella paseaba por un sitio particularmente sombrío, no podía verla bien; apenas si distinguió una fina silueta y un andar típicamente femenino. De modo que hacia allí fue, bajando del caballo y llevándolo por la brida. Tras ellos fue el gato, que reclamaba más caricias y no estaba nada dispuesto a renunciar a ellas así como así; y tan insistentemente maullaba, que Balduino empezó a arrepentirse de haberlo alzado en brazos, pues ahora parecía no haber forma de librarse de él.

          -Heidi-susurró suavemente Balduino, ya frente a la doncella-, vamos a...

         Antes de que Balduino pudiera concluir la frase, estalló la locura:

          -¡AY, SOCORRO, SOCORRO!-gritó la joven, a voz en cuello.

         Tamaño escándalo hacía suponer, sabiamente, que tal vez Balduino se había equivocado de doncella, aunque era incomprensible que cualquier otra que no fuera una a punto de casarse estuviera lo bastante chiflada para pasearse en la oscuridad y haciendo tanto frío. Así que, algo alarmado, arrastró a la doncella hacia la escasa luz de la noche. Ya antes de ver nada, y por cierto no podía verse mucho, el tacto le indicó que la muchacha tenía cabello ondulado, como Heidi; y la voz, aunque deformada por los alaridos, era igualmente reconocible. No cabía la menor duda, era ella.

         Pero Balduino no tuvo la menor oportunidad de preguntarle por qué gritaba así ya que, mucho antes de reconocerla, un griterío mucho peor se había alzado de la cabaña de Rigoberta:

         -¡AY, SOCORRO!-gritaba la propietaria de la cabaña-. ¡SE LLEVAN A MI POBRE HIJA! ¡AUXILIO!

         Si ya hasta ahí Balduino no entendía nada, la cosa pareció perfectamente normal y comprensible comparada con lo que siguió después. Se abrió la puerta de la cabaña y salió de ella una horda enfurecida, portando antorchas y armada con palos e instrumentos de labranza mientras gritaban muerte. A Balduino se le pararon los pelos de punta, preguntándose si tendría razón Anders al suponer que Rigoberta debía guardarle rencor por las trapisondas de Frekki y habría reunido a toda la aldea para darle un escarmiento ejemplar. De cualquier manera, consideró prudente huir; en lo que ya se le había anticipado el gato, corriendo como rata por tirante y llevándose consigo una deplorable pero acertada impresión acerca de la cordura del género humano. El problema era que Svartwulk no parecía muy inclinado a batirse en retirada; al contrario, relinchó combativamente a la horda que se acercaba aullante y enardecida, al parecer muy dispuesta a vencer o morir en defensa de quién sabía qué.

         Y Heidi, ¿qué? ¿Qué hacer con ella? Con semejante caos, quién sabía si la horda no la confundiría con el enemigo contra el que se disponía a luchar y la heriría o incluso mataría accidentalmente. Así que Balduino cargó con ella a hombros, aunque Heidi gritaba, rasguñaba, pataleaba y pegaba como una condenada. Nada capaz de arredrar a un Caballero, pero bastante fastidioso de todos modos si uno además debe montar un bravo corcel de guerra demasiado ansioso por presentar batalla y convencerlo de que huir no es cobardía. Balduino dio un golpe a Svartwulk, un golpe más que nada simbólico pero lo bastante contundente para convencerlo de que más le valía ser buen muchacho y obedecer.

         Y así por fin partieron al galope Svartwulk, Balduino y Heidi, esta última sin parar de gritar que la secuestraban.

          -Heidi, ¡que soy yo, te digo!... ¡El señor Cabellos de Fuego!-intentaba en vano explicar Balduino ahora que la implacable horda punitiva iba quedando atrás, aunque corriendo tras el caballo y clamando venganza contra el cobarde raptor.

          ¿Qué habré hecho mal?-se preguntaba el pelirrojo-. Aquí el único que puede aclarar este embrollo es Fray Bartolomeo. Para cuando la horda llegara a Vindsborg (si realmente se le ocurría ir hasta allí, pues Balduino ya no estaba seguro de la envergadura del malentendido y dudaba incluso de que lo hubieran identificado como el supuesto raptor) el cura ya habría regresado; de modo que sobre ese punto no había de qué preocuparse.

          Por el camino Heidi se fue calmando hasta volverse una seda y mientras tanto empezaron a azomar los primeros rayos del sol. Balduino dedujo que recién ahora se daba cuenta de quién se la llevaba y debía estar demasiado avergonzada para pronunciar palabra.

        En Vindsborg por lo visto todavía se estaba desayunando cuando llegaron caballo, jinete y carga humana adjunta, pues no había nadie afuera. Balduino se apeó y depositó a Heidi en el suelo con suavidad.

          -Vos siempre tan cortés, señor Cabellos de Fuego...-dijo Heidi, visiblemente encantada-. Mis buenos moretones habría obtenido con otro padrino, pero vos no me hicisteis ni un rasguño.

         El asesinato de una doncella próxima a casarse es un acto que por lo general no cuenta con aprobación popular, y además echa por tierra cualquier imagen amable que previamente pueda haberse forjado el autor del crimen. A Balduino acababa de alabárselo por su cortesía; tal vez sólo por eso reprimió los feroces y sanguinarios instintos que estaban naciéndole. Lo malo es que matar al novio de la doncella o al cura que ha de casarlos tampoco suele generar simpatías... Y sin embargo, Balduino empezaba a maliciar vagamente lo ocurrido y necesitaba darse el gusto de encontrar un culpable y liquidarlo.

         La primera posible víctima que se presentó fue Fray Bartolomeo, quien como siempre venía a lomos de su burro. Se hallaba de excelente humor.

         -No ha sido mala mi idea de llamar Arn a este animal, ¿eh, hereje?-bromeó-. Ayuda a mejorar un poco la imagen de nuestro Conde.

         -Ya que de burros hablamos, os doy la razón respecto a lo que decíais antes, soy un asno permanente, o al menos se me obliga a hacer siempre el papel de tal... Y quisiera saber por qué-gruñó Balduino.

         -Dios mío, hereje, ¿sigues quejándote?... El papel que dices te sienta de maravilla y no estaría bien desperdiciar tus talentos... ¿Puede saberse qué pasa ahora?

          -¿Que qué pasó?... ¡Pues que cuando fui a buscar a Heidi se me vino encima una horda de energúmenos, eso pasó!-gritó Balduino.

          -Por supuesto. Es una Quam-Dang, ¿no? Tú eras el bárbaro que venía a secuestrar a la doncella desvalida. ¿Qué crees que hacía la gente cuando los piratas Bersiker reptaban muchachas para llevárselas a Thule; que decían: Sí, sí, buen hombre, lleváosla, lleváosla, y si queréis estoy dispuesto también a entregaros gratis a sus dos hermanas y hasta a la latosa de su madre, mi mujer, y que se quedaban con los brazos cruzados observándolo todo?... ¡NO! Morían tratando de impedir el rapto. Y la Quam-Dang es una recreación de los tiempos en que los paganos aún obtenían a sus mujeres con esos métodos tan poco cristianos. Con lo hereje que eres, uno supondría que estarías encantado con esta costumbre local.

         -Sí, bueno, ya me habían avisado que la Quam-Dang es una recreación de los raptos que solían hacer los Bersiker, pero...

         -¿Y entonces?...-Fray Bartolomeo se cruzó de brazos, miró lánguidamente a Balduino y luego, volviéndose hacia Heidi, sentenció, lapidario:-. Además de hereje, tonto de remate...

        Por como sonreía Heidi era evidente que también ella consideraba a Balduino un tanto corto de alcances. Un simpático bobo, un cortés bobo, pero un bobo al fin.

         -¡Pues por ser una simple recreación mfue excesivamente realista!-gritó Balduino-. ¡Esos chiflados parecían muy dispuestos a cortarme en pedacitos!

         -Hereje, ¡a ver si paras de una vez de quejarte por todo!... Que tienes sueño; que tienes frío; que la recreación era demasiado realista... ¡Por supuesto que lo era! ¿Qué crees? Tal vez jamás volvamos a tener a un auténtico guerrero apadrinando una boda  en Freyrstrand. Normalmente, sabes, los parientes de la boda deben procurar no excederse en realismo, porque el padrino es un campesinito igual que ellos, y no sabría cómo defenderse de la acometida de un sinnúmero de vecinos cayéndole encima como un enjambre de avispas furiosas. Pero esta vez la expectativa era mucha, porque el falso secuestrador sería un auténtico guerrero contra el que podrían luchar de verdad, puesto que él sabría parar sus golpes sin hacerles daño ni sufrirlo. El evento prometía mucha emoción... ¡Pero qué optimismo!, si parece que los verdaderos guerreros son más mantequitas que princesas caprichosas criadas entre mullidos almohadones.

        -Pues muchas gracias por avisarme de todo esto-dijo Balduino, sarcástico-. Os aseguro, hermanito, que mis dotes adivinatorias nunca fueron de las mejores, y cagado de frío como lo estaba hace un rato, menos todavía.

        -Pero hereje, ¡si te sugerí que te pusieras la armadura!... ¿Por qué te iba a hacer esa propuesta si no era porque habría lucha?

       -Independientemente, si hubiese luchado, podría haber lastimado a alguien en la oscuridad.

        -Bueno, bueno, qué sé yo... Como se corrió la voz de que una vez luchaste contra hombres de Einar y los venciste sin lastimar a ninguno y quedando tú mismo indemne...

        -Lo importante es que todo salió bien, señor Cabellos de Fuego-dijo heidi, conciliadora-. Sois tan delicado como rudo según lo requiera la ocasión... Gudrun es muy afortunada.

         Y se acercó a Balduino y lo besó con gratitud en la mejilla, mientras las primeras carretas llenas de gente empezaban a asomar en el horizonte. Todas ellas, por supuesto, venían del Vado de Manfred. Casi al mismo tiempo llegó Kurt a pie y fue directo hacia la radiante novia que, dicho sea de paso, se había ataviado para la ocasión con un vestido rústico pero que, según notó Balduino cuando dejó de ver todo rojo, le quedaba muy bonito.

          -Señor Cabellos de Fuego, ¡estuvisteis sensacional!...-exclamó Rigoberta al ver al pelirrojo; y añadió con desconcierto:-. Pero, hum, ¿por qué no os quedasteis a pelear un poco?...
Palabras claves , , , ,
publicado por ekeledudu a las 13:09 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
Más sobre este tema ·  Participar
· CCXX
Comentarios (0) ·  Enviar comentario
Enviar comentario

Nombre:

E-Mail (no será publicado):

Sitio Web (opcional):

Recordar mis datos.
Escriba el código que visualiza en la imagen Escriba el código [Regenerar]:
Formato de texto permitido: <b>Negrita</b>, <i>Cursiva</i>, <u>Subrayado</u>,
<li>· Lista</li>
SOBRE MÍ
FOTO

Eduardo Esteban Ferreyra

Soy un escritor muy ambicioso en lo creativo, y de esa ambición nació EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO, novela fantástica en tres volúmenes bastante original, aunque no necesariamente bien escrita; eso deben decidirlo los lectores. El presente es el segundo volumen; al primero podrán acceder en el enlace EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO. Quedan invitados a sufrir esta singular ofensa a la literatura

» Ver perfil

CALENDARIO
Ver mes anterior Mayo 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031
BUSCADOR
Blog   Web
TÓPICOS
» General (270)
NUBE DE TAGS  [?]
SECCIONES
» Inicio
ENLACES
» EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad