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Alrededor de una hora más tarde, ya se había retirado la mayor parte de la gente, algunos sólo por cansancio, otros por vivir a buena distancia y tener que empezar a caminar más temprano y otros simplemente porque se retiraban los propietarios de las carretas en los que habían venido y no querían quedar de a pie. A quienes de veras vivían lejos, Anders de buena gana los habría alcanzado en la carreta de Vindsborg, pero no quería ausentarse al mismo tiempo que Balduino, quien no se hallaba a la vista; también el joven escudero se preguntaba a veces cuán confiable era aquella dotación de presidiarios. Así que se limitó a desearles a todos un buen regreso a casa, lo mismo en su nombre que en el del pelirrojo.
-¿Y el señor Cabellos de Fuego?-preguntaban algunos.
-Pues... Por ahí-contestaba Anders en general, lacónicamente.
Pero con otros fue algo más explícito:
-Lo vi desaparecer tras el malezal del Duppelnalv. Con Gudrun.
-¿No tardan demasiado?-preguntó Hansi en una de esas ocasiones.
-A lo mejor uno de los dos ya mató al otro-teorizó Lambert.
-Tú siempre tan alegre...-masculló Karl, indignado
-Hmmm... Yo creo que la están pasando muy, muy, muy bien-comentó Hansi con picardía.
-Mocoso, ¿quieres no ser tan precoz, por favor?...-lo censuró Anders-. Un día de éstos Fray Bartolomeo querrá matarnos a todos. Notará que tienes la mente más podrida que agua de pantano, y creerá que es culpa nuestra.
Pero en realidad era dudoso que Hansi entendiera cabalmente el acto sexual. Las frases de doble sentido eran cada vez más corrientes en él, pero probablemente sólo porque lo divertían el escándalo y la indignación que suscitaban. Que algo del tema comprendía, era un hecho, pero no se sabía cuánto y algunos, como Balduino, Anders y Karl, esperaban que fuera poco. En todo caso, sus expresiones al abordarlo seguían siendo sólo las de un niño muy travieso, ajeno por completo a la lascivia y la abyección.
-¿Tú sacaste de la caballeriza a Slav?-preguntó Hundi intrigado, mirando un caballo de fina estampa cuyo color exacto no se distinguía, pero que parecía claro.
-No, ése es el blanco de Hrumwald-contestó Anders-; y supongo que Balduino lo sacó de la caballeriza, donde lo había guardado, para no tener luego que interrumpir sus diversiones íntimas junto a Gudrun para darle el caballo a su dueño... Porque imagina si Hrumwald, inocentemente, entrara él mismo a retirar su animal, y sin darse cuenta se acercase a ese monstruo negro y malhumorado que cabalga Balduino...
-Pues sí que Wjoland lo dejó idiota de amor, que el muy imbécil se vuelve a su hogar y olvida el caballo aquí-sentenció Hundi.
-¿Eh?... ¿Que se fue?... ¿Cómo que se fue?... ¡Si iba a llevar de regreso a Wjoland a casa de Herminia antes de volver él a la suya!-exclamó Anders.
-En ese caso son dos los imbéciles. En Wjoland, claro, eso no sorprende-dijo malignamente Hundi-: el poco seso es en ella un estado natural. Ya lo demostró la noche de su misma llegada. No vio la empalizada, queriendo indicar en qué dirección quedaba Lummensborg debe haber señalado hacia el mismo Infierno y no recuerdo qué otros disparates dijo e hizo en tiempo récord... Pero creí que Hrumwald tenía un poco más de cerebro, aunque sin precisamente exagerar en la cantidad. Pues bien, lo que haya tenido, se arruinó por culpa del enamoramiento y del contagio. Ahí tienes nada más: son los únicos jinetes que olvidan montar a caballo... Increíble...
-Hrumwald debería tener más cuidado con Wjoland-opinó Anders-. No es ni la mitad de tonta de lo que pretende ser. Es una mujer astuta y calculadora, acordaos de lo que digo. Está detrás de la fortuna de Hrumwald. Enamorado como está, ni cuenta que se da, el pobre...
-Habló el orgullo herido-se burló Hundi-. ¡Vamos, grumete!... Ni sabes si Wjoland sabe que esa fortuna existe, como sí lo sabemos nosotros, pobres hambrientos ante un festín servido en tiempos de ayuno obligatorio...
-Vamos, Hundi, ¡Wjoland viene de una familia de nobles venidos a menos! Quiere llenar de nuevo las arcas familiares robando a Hrumwald o casándose con él para después liquidarlo y heredar su fortuna...
-¡Anders!-bramó Thorvald-. ¡Deja de hacer suposiciones de vieja chismosa, a menos que en vieja chismosa, y no en Caballero, pretendas convertirte algún día!
El vozarrón de Thorvald llamándolo al orden siempre era para Balduino síntoma inequívoco de que él estaba haciendo algo mal, y muy raro era que replicara o alegara algo para justificarse. Anders, sin embargo, tenía otro carácter. El por lo general intentaba salirse con la suya, tener la última palabra, demostrar que los equivocados eran los demás y no él. Eso sí, daba siempre la impresión de estar persuadido de lo que decía.
-Pero Thorvald-alegó-, pareciera que no sabes hasta qué punto pueden ser zorras las mujeres...
-Cuidado con lo que dices, flacucho-intervino Ursula, como si de dirigiera al escuálido Adam y no al robusto Anders-, o te doy tal tortazo, que tendrás que ir a preguntar a Vallasköpping si tu cara fue a caer allí.
-...¡Y no sé cómo sería posible proteger a los indefensos si no es sospechando de quien corresponde!-exclamó Anders.
-¡Por supuesto que debes sospechar de quienes corresponda, pero antes de vocear tus deducciones, asegúrate al menos de ser justo!-exclamó Thorvald, cada vez más impaciente e irritado-. Si Wjoland fuera la inescrupulosa cazafortunas que dices, ¿por qué elegiría precisamente a Hrumwald? ¿Por qué no al Conde Arn, que tan interesado estaba en ella?
A Anders eso no se le había ocurrido.
-Ah, es que Arn ya está casado-alegó, obstinado en tener razón- y es demasiado poderoso para robarle impunemente.
-Como si una amante no estuviera más metida en las arcas de un hombre rico, casado o soltero, que pulgas en un perro-se burló Thorvald-. Y por lo que sabemos, Arn ni siquiera es feo; así que no sería gran sacrificio para una cazafortuna meterse primero en su cama antes de ir a sus arcas... Lo que pasa es que tiene razón Hundi: te sientes herido en tu orgullo, porque Wjoland te rechazó y no puedes entender que prefiera a otro, y mucho menos a alguien feo como Hrumwald.
-Herido en mi orgullo... ¿YO?-protestó Anders, indignado por la acusación, a su juicio muy injusta.
-Sí: ¡TÚ!... Y recuerda además que ahora eres casado y te debes a tu esposa. Y si tanto te gusta conjeturar, comienza por discernir el posible significado de la palabra Terafá, que pronto expirará el plazo.
-Ni me lo recuerdes-murmuró Anders, atribulado.
-Tal vez a Wjoland realmente le atraiga Hrumwald-opinó Andrusier-. Las mujeres tienen a veces un gusto muy extraño para elegir hombres, ¿no capitán?-y se volvió hacia Ulvgang recabando opinión.
-Dímelo a mí...-replicó Ulvgang-. A mí, que con esta cara que tengo fui honrado por la criatura más bella de El Mundo Bajo las Olas...
Tarian oyó aquella respuesta, pero hizo como si no hubiese escuchado. Tratar de entendera la gente puede ser tarea fatigosa, cuando no imposible; y tratándose de personas muy ligadas a uno y cuyos hechos y dichos nos causan dolor, a veces hasta es preferible hacer de cuenta que esas personas no existen...