Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO II
La segunda parte de la más extraña trilogía de la literatura fantástica, publicada por entregas.
« Blog
« XXVI
02 de Noviembre, 2010    General

XXV

XXV

      En la lucha contra los Wurms, la veteranía se adquiría incluso en horas. Lo había dicho Edgardo de Rabenland, y por experiencia propia sabia ahora Calímaco de Antilonia  que era cierto: muy poco tenía que ver el hombre desenvuelto y curtido de dolor que se presentó ante Bruno de Pfaffensbjorg, con el muchacho que la noche anterior sufría aún por el bochorno de haber cedido públicamente al miedo y ser expuesto por ello a la vista de todo el mundo.

      Bruno yacía en una cama de hospital. Lo habían despojado de su armadura, que en el caso del calzón metálico había sido todo un tormento, dado que la sangre había adherido las anillas a la piel; habían limpiado las heridas lo mejor que pudieron y tratado fractura y desgarro con toda la ciencia de que se disponía en aquella época. Y ahora tenía ante él a ese joven Caballero que se decía oficial adjunto (fuera ésto lo que fuere) y que se veía a la vez seguro de sí mismo y algo incómodo.

      -He venido a daros la bienvenida a Drakenstadt; algo que, temo, encontraréis algo irónico en las presentes circunstancias-dijo Calímaco-. La ciudad, sus defensores, yo mismo, todos nos sentimos honrados por la presencia de quien, como vos, acude a cumplir con el deber impuesto por su condición de Caballero.

      -Señor-contestó Bruno-: no quisiera importunaros; pero, si pudierais usar vuestra influencia para localizar a mi hermano y avisarle...

      -Ya me lo han dicho. He hecho las averiguaciones pertinentes-contestó Calímaco, todavía más incómodo-. Lo siento. Parece que en su momento se os envió un mensaje que no recibisteis. lamento tener que ser yo quien os traiga tan malas nuevas-hizo una pausa-. El señor Oskar de Pfaffensbjorg cayó valientemente en combate el pasado mes de mayo-bajó la mirada-. Lo lamento de veras.

      Bruno no contestó. Había imaginado algo así, resistiéndose no obstante a creerlo. En los primeros tiempos de su ausencia, su hermano le había escrito al menos una vez al mes. Luego, siete meses de silencio siguieron a su última carta, y tan prolongada falta de noticias suyas daba qué pensar. Pero su muerte no se había notificado oficialmente, ni mucho menos enviado los restos al hogar paterno, lo que dejaba un cierto margen de esperanza.

      -Lo siento-repitió Calímaco-. Volveré más tarde, más o menos en una hora-y se apresuró a dejar el sitio; porque si se quedaba por más tiempo, era posible que Bruno preguntara dónde reposaban los restos de su hermano el Duque de Pfaffensbjorg; y aunque lo preguntaría tarde o temprano y habría que revelarle entonces la verdad, mejor que fuese enterándose de a poco. El cadáver de Oskar de Pfaffensbjorg no se había recuperado: el infortunado Duque era una de las tantas víctimas de la voracidad asesina e inclemente de los Jarlewurms.

      Calímaco se pasó la mano por la mejilla, pensando que necesitaba afeitarse; pero mandó de paseo tal idea incluso mucho antes de llegar al Rökkersbjorg. Estaba absolutamente exhausto, y pidió a Maese Ulrikson que lo despertara en una hora, tras lo cual se retiró a la cuadra.

      Allí se encontró con Roland de La Mö, de la Orden del Viento Negro, quien se disponía también a echarse a dormir.

      -¿Estuviste de guardia?-le preguntó Calímaco.

      -Toda esta puta noche-contestó Roland, sin gestos de mal humor, pero de obviamente agobiado tanto en lo físico como en lo anímico.

      -Yo también dormiré un rato. me vendrá bien. Espero que los Wurms nos dejen en paz hoy, ya que vienen haciéndolo todos estos últimos días.

      -No sé más tarde; por ahora no atacarán.

      -¿Eh? ¿Y cómo lo sabes?

      -Pues porque no tiene cara.

      -¿Cómo dices?-preguntó Calímaco, en el summum del desconcierto-. ¿Quién no tiene cara?

      -No quién, sino qué: el día-contestó tranquilamente Roland.

      -No te entiendo. habla claro-pidió Calímaco, empezando a sospechar que Roland tenía la azotea llena de murciélagos.

      -El día no tiene cara de ser día de ataque de Wurms... Por ahora, por supuesto. Habrá que ver más adelante.

      Pasar de la tragedia más funesta al más delirante absurdo no era algo a lo que Calímaco estuviera habituado, pero decidió que más le valdría acostumbrarse también a ello.

      -Y supongo-sugirió sarcásticamente- que si esos monstruos aparecieran de repente en el horizonte, el día sí tendría cara de ser día de ataque de Wurms.

       -El día podría tener esa cara aun si los Wurms nos dejaran en paz-replicó Roland.

       -Creí que en la Orden del Viento Negro el que no es puto es loco, pero tú logras cumplidamente ser ambas cosas...-dijo Calímaco, en una pulla amigable, aunque la hipotética locura de Roland le parecía bastante real.

       No intercambiaron más palabra; les bastó el contacto con las sábanas para caer dormidos casi en forma instantánea. Pero una hora más tarde, Maese Ulrikson fue a despertar a Calímaco, a quien no quedó entonces más remedio que incorporarse con expresión sufrida y ninguna gana.

      Aún se estaba vistiendo cuando entró en la cuadra Edgardo de Rabenland, con expresión destruida.

      -¿Terminaste de organizar los funerales?-le preguntó Calímaco.

      -Hreithmar y el chambelán se están ocupando de eso. Vengo de ver a Gerthrud.

      -¿Ya se fue Ignacio?

      -No, está terminando de ponerse la armadura.

       -A propósito, ¿cómo se supone que debemos asistir a los funerales? ¿De armadura?

      -Ni hablar. Son nuestros ánimos los que deben llevar la armadura puesta. Por lo demás, conviene que vayamos zaparrastrosos y cómodos, que si  los Wurms desean atacar, no esperarán  para ello a que acabe el luto.

      Calímaco giró en ese momento hacia Roland, quien seguía durmiendo como un lirón, y se acordó de los disparates que aquél había dicho.

      -Roland está más loco  que una cabra-se burló-. Dice que hoy el día no tiene cara de ser de ataque de Wurms.

      -Sí, dice cosas como ésas bastante a menudo-contestó Edgardo, sin sonreír-. Y es curioso-añadió, para sorpresa de Calímaco-: recién ahora me pongo a pensar en las muchas veces que ha acertado.
Palabras claves , , , ,
publicado por ekeledudu a las 13:03 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
Más sobre este tema ·  Participar
· CCXX
Comentarios (0) ·  Enviar comentario
Enviar comentario

Nombre:

E-Mail (no será publicado):

Sitio Web (opcional):

Recordar mis datos.
Escriba el código que visualiza en la imagen Escriba el código [Regenerar]:
Formato de texto permitido: <b>Negrita</b>, <i>Cursiva</i>, <u>Subrayado</u>,
<li>· Lista</li>
SOBRE MÍ
FOTO

Eduardo Esteban Ferreyra

Soy un escritor muy ambicioso en lo creativo, y de esa ambición nació EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO, novela fantástica en tres volúmenes bastante original, aunque no necesariamente bien escrita; eso deben decidirlo los lectores. El presente es el segundo volumen; al primero podrán acceder en el enlace EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO. Quedan invitados a sufrir esta singular ofensa a la literatura

» Ver perfil

CALENDARIO
Ver mes anterior Mayo 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031
BUSCADOR
Blog   Web
TÓPICOS
» General (270)
NUBE DE TAGS  [?]
SECCIONES
» Inicio
ENLACES
» EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I: INICIO
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad